EUCARISTIA y OFICIO de LECTURA

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CELEBRACION DE LA EUCARISTÍA de Beatos Miguel Tomaszek, Zbigniew Strzalkowski, Alesandro Dordi  (Presbíteros y Mártires)

 

Biografías liturgicas

P. MIGUEL TOMASZEK y P. ZBIGNIEW STRZALKOWSKI

Zbigniew Strzalkowski, nació en Tarnów (Polonia) en 1958. Emite sus votos entre los Frailes Menores Conventuales en 1980 y llega a ser sacerdote en 1986; después de haber sido formador en el seminario de Legnica, dio inicio a la misión de la Orden en Perú.

Miguel Tomaszek nació en Lekawica (Polonia) en 1960; emite los votos entre los Frailes Menores Conventuales en 1981, llega a ser sacerdote en 1987; después del compromiso pastoral en la parroquia de Piensk, partió para la misión en Perú. En la extensa parroquia de Pariacoto, en la diócesis de Chimbote, confiada a la Orden, donde sirvieron por casi dos años, buscaron de formar una comunidad franciscana al servicio del pueblo, visitando los pueblos de las alturas de los Andes, entregándose a sí mismos en el ministerio pastoral y caritativo. La noche del 9 de agosto de 1991, después de un juiciosumario, fueron asesinados por los terroristas a las afueras del pueblo.

P. ALEJANDRO DORDI

Nació en Gromo San Marino (Bg) el 22 de enero de 1931, ordenado sacerdote en la diócesis de Bérgamo en 1954, desarrolló su ministerio como miembro de la Comunidad Misionera del Paraíso antes en Italia, en el Polesine, devastado por un gran aluvión, y luego entre los emigrantes italianos en Suiza. En 1980 fue destinado como sacerdote fidei donum en Perú, donde desarrolló intensamente su ministerio en la misión de Santa, diócesis de Chimbote; allí permaneció con gran valentía hasta su martirio, el 25 de agosto de 1991. El Papa Francisco dio el decreto para la beatificación, realizada en Chimbote (Perú) el 5 de diciembre del 2015.

 

  • Oración colecta

SEÑOR, tú que fortaleciste a nuestro pueblo con el martirio de los beatos Miguel, Zbigniew y Alessandro, concédenos por su intercesión y ejemplo, mantenernos firmes en la fe, vivir en ardiente caridad y ser testigos de la esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

  • Plegaria universal

Fortalecidos en la fe que acabamos de proclamar y por el testi­monio de los mártires de Chimbote, tengamos presente en nuestra oración a la Iglesia católica, extendida de oriente a occi­dente, para que el Señor la haga crecer en la fe, la esperanza y la caridad.

(El diácono)

A cada petición respondemos diciendo: Escúchanos, Señor.

  1. Oremos por la santa Iglesia, que a lo largo de los siglos ha sido bañada y fecundada con la sangre de los mártires. Que su testimonio llene de esperanza y fortaleza las iniciativas apostólicas y los esfuerzos pastorales en la tarea de la nueva evangelización. Roguemos al Señor.
  2. Escúchanos, Señor.
  3. Oremos por nuestras autoridades nacionales y regionales; y por todos los que tienen responsabilidades de gobierno en nuestra sociedad. Que la fortaleza de los mártires que hoy recordamos sea para ellos ejemplo que les mueva a actuar siem­pre con firmeza en bien de sus conciudadanos, especialmente de los más necesitados, sin dejarse intimidar ni adular en sus decisiones. Roguemos al Señor.
  4. Escúchanos, Señor.
  5. Oremos por todos los que sufren a causa de la pobreza, la enfermedad, las injusticias o por cualquier otra causa. Que el Señor, que quiso dar a los mártires la fuerza necesaria para ven­cer en las pruebas como firmes y valientes testigos de la fe, con­ceda a nuestros hermanos que sufren el poder soportar sus ad­versidades, y les otorgue sentirse siempre asistidos y acompaña­dos por la caridad de los cristianos. Roguemos al Señor.
  6. Escúchanos, Señor.
  7. Oremos por los cristianos que aún hoy son perseguidos a cau­sa de su fe. Que la intercesión de tantos mártires que nos han precedido en el camino de la fe les dé fortaleza, consuelo y es­peranza y el Señor les conceda el don de la paz. Roguemos al Señor.
  8. Escúchanos, Señor.
  9. Oremos por cuantos nos hemos reunido hoy para celebrar este acontecimiento de gracia, de bendición y de paz para la Iglesia que peregrina en el Perú y por toda la sociedad. Que el Señor nos conceda la gracia y la alegría de la conversión para asumir las exigencias de una fe viva y madura como la que los mártires testimoniaron; y ayudados por la intercesión de los que murieron perdonando, seamos artífices de reconciliación en la sociedad. Roguemos al Señor.
  10. Escúchanos, Señor.

Dios, Padre todopoderoso, y otorga a tus siervos tu misericordia; protegidos por la intercesión de tus mártires, concédenos que nuestra vida temporal sea fecunda por el bien de la paz, nuestra muerte más preciosa por la confesión de la fe, y gloriosa nuestra resurrección con todos los santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

  • Oración sobre las ofrendas

DIOS de misericordia, derrama tu bendición sobre estos dones y guárdanos en la fe que tus mártires confesaron con su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA III Prefacio

 

El Señor esté con ustedes

Y con tu espíritu

Levantemos el corazón

Lo tenemos levantado hacia el Señor

Demos gracias al Señor, nuestro Dios

Es justo y necesario

 

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro.

Porque la sangre de los gloriosos mártires de Chimbote,

derramada como la de Cristo

para proclamar su fidelidad a ti,

manifiesta tu admirable poder,

que convierte la fragilidad en fortaleza

y al hombre débil robustece

para que sea testigo tuyo.

Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:

SANTO

 

  • Oración después de la comunión

ALIMENTADOS con el pan del cielo, viviendo la unidad como miembros del Cuerpo de Cristo, te rogamos, Señor, que no nos separemos del amor de tu Hijo, y a ejemplo de tus mártires logremos superar con valentía cualquier dificultad por aquel que nos amó sobre toda medida.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

 

 

LITURGIA DE LAS HORAS de Beatos Miguel Tomaszek, Zbigniew Strzalkowski, Alesandro Dordi  (Presbíteros y Mártires)

BEATOS MIGUEL TOMASZEK Y ZBIGNIEW STRZAŁKOWSKI, SACERDOTES Y MÁRTIRES

Biografía liturgica

Zbigniew Strzalkowski nació en Tarnów (Polonia) en 1958. Emite sus votos entre los Frailes Menores Conventuales en 1980 y llega a ser sacerdote en 1986; después de haber sido formador en el seminario de Legnica, dio inicio a la misión de la Orden en Perú. Miguel Tomaszek nació en Lekawica (Polonia) en 1960; emite los votos entre los Frailes Menores Conventuales en 1981, llega a ser sacerdote en 1987; después del compromiso pastoral en la parroquia de Piensk, partió para la misión en Perú. En la extensa parroquia de Pariacoto, en la diócesis de Chimbote, confiada a la Orden, donde sirvieron por casi dos años, buscaron de formar una comunidad franciscana al servicio del pueblo, visitando los pueblos de las alturas de los Andes, entregándose a sí mismos en el ministerio pastoral y caritativo. La noche del 9 de agosto de 1991, después de un juicio sumario, fueron asesinados por los terroristas a las afueras del pueblo.

(Del Común de los mártires: para varios mártires)

OFICIO DE LECTURA

SEGUNDA LECTURA

De una homilía del beato Zbigniew, sacerdote y mártir (Legnica. 5 de junio de 1988: Cracovia, Archivo Provincial OFM Conv.)

En el sacerdote está Cristo presente entre los hombres

Queridos hermanos y hermanas, todos estamos unidos en una única comunidad de Dios, en el único sacerdocio de Cristo, en la única fe, en los mismos votos religiosos.

La alegría es un sentimiento y un estado que no se deja encerrar en sí misma, sino que necesita una expresión exterior, más bien exige ser compartida con los demás. El sacerdocio de Cristo lleva al hombre y al mundo la libertad, o sea la libertad del pecado, y la esperanza, o sea la esperanza de la vida eterna. Estos valores para el hombre, para el cristiano bajan de la cruz de Cristo ya que él es el sumo y único Sacerdote. Los sacerdotes, que a lo largo de las generaciones han marcado la historia del género humano en la tierra, son simplemente aquellos sobre los cuales se ha posado la potencia del sacerdocio de Cristo. A través de ellos Cristo está presente en la vida del hombre y en la historia del mundo. Cada sacerdote comparte aquello que Cristo ha vivido. Cada sacerdote experimenta en solidaridad con el Maestro aquello que él ha soportado por nuestra salvación. Hojeando las páginas del Evangelio, escuchando la Palabra inspirada leída en la iglesia, contemplamos a Cristo como Sacerdote en la soledad. De hecho, llevando él el amor a los hombres, ha quedado solo. Llevando cosas buenas al pueblo elegido y a todo el género humano, ha encontrado incomprensión. El único que lo ha comprendido ha sido su Padre Celestial. Cristo Sacerdote en virtud del amor hacia el Padre y hacia el hombre, ha venido para ofrecer el sacrificio, el sacrificio gratuito, el sacrificio supremo, porque es el ofrecimiento de sí mismo.

Cristo Sacerdote, anunciando la Buena Noticia, ha experimentado fatiga y cansancio. Y todo esto experimentará cada sacerdote que acepta el sacerdocio de Cristo, que decide de seguir fielmente a su Maestro, Cristo, paso a paso.

La dimensión más importante de la experiencia religiosa bajo la guía de san Francisco es su mirada sobre el sacerdocio, su actitud respecto a ellos, los sacerdotes. En las instrucciones dirigidas a los frailes, ha dicho, categóricamente y de manera inequívoca, que en la persona del sacerdote sobre todo es necesario honrar a Cristo presente entre los hombres.

Cristo se encuentra en medio de nosotros, en la persona del sacerdote, él está en medio de nosotros para continuar, a través de la boca del presbítero, la proclamación de la Buena Noticia, para decir a nosotros pusilánimes: «Ánimo»; para decirnos: «Vengan a mí, todos ustedes, que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré»; para anunciar a cada uno de nosotros dudosos y con el corazón roto: «Te basta mi gracia».

RESPONSORIO                                                                      Jn 12,24-25; 18,8.9

R/. Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, permanece solo; en cambio muere, produce mucho fruto; * quien ama su propia vida la pierde y quien odia su propia vida en este mundo la conservará para la vida eterna.

V/. Si me buscan a mí, dejen que estos se vayan. No he perdido a ninguno de aquellos que me has dado.

R/. Quien ama su propia vida la pierde y quien odia su propia vida en este mundo la conservará para la vida eterna.

 

ORACIÓN

Señor, tú que fortaleciste a nuestro pueblo con el martirio de los beatos Miguel, Zbigniew y Alessandro, concédenos por su intercesión y ejemplo, mantenernos firmes en la fe, vivir en ardiente caridad y ser testigos de la esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

BEATO ALESSANDRO DORDI, SACERDOTE Y MÁRTIR

Biografía liturgica

Nació en Gromo San Marino (Bg) el 22 de enero de 1931, ordenado sacerdote en la diócesis de Bérgamo en 1954, desarrolló su ministerio como miembro de la Comunidad Misionera del Paraíso antes en Italia, en el Polesine, devastado por un gran aluvión, y luego entre los emigrantes italianos en Suiza. En 1980 fue destinado como sacerdote fidei donum en Perú, donde desarrolló intensamente su ministerio en la misión de Santa, diócesis de Chimbote; allí permaneció con gran valentía hasta su martirio, el 25 de agosto de 1991. El Papa Francisco dio el decreto para la beatificación, realizada en Chimbote (Perú) el 5 de diciembre del 2015.

(Del Común de un mártir, con la salmodia del día del salterio)

OFICIO DE LECTURA

SEGUNDA LECTURA

De una carta del beato Alessandro Dordi, sacerdote y mártir. (Chimbote 2 de febrero de 1982.ASDBg. Fondo Tribunal Eclesiástico. Causa Dordi)

El misionero es un servidor y un amigo

Después de quince meses de mi llegada a Perú creo que sean importantes dos componentes que permiten cualificar positivamente nuestra presencia: cómo realizarnos en el rol de personas enviadas al servicio de Iglesias hermanas y qué caminos recorrer para que nuestra presencia sea constructiva.

Cómo realizar nuestra misión. El sentirse enviados por la comunidad y por el Evangelio es fundamental: no somos personas que hemos venido a título personal. Por esto es muy útil reconocer esta motivación: somos un medio de comunicación entre distintas Iglesias. Este aspecto de la misionariedad es una fuerte ayuda a las personas y cualifica nuestro rol en la Iglesia universal. En este orden de ideas el sacerdote se orienta y se realiza; en esta óptica desaparece el personalismo y el horizonte da un respiro vasto y liberador. Así el sacerdote se puede realizar como persona y dar a su presencia el carácter de espontaneidad. La serenidad resultante, no obstante las dificultades, es la condición número uno para no sentirse frustrados. Por esto es muy importante motivarse justamente y renovarse para poderse presentar con equilibrio personal indispensable para ser útil a sí mismo y a los demás. Esta terapia personal es la base para pasar a la lectura de la realidad.

Camino para recorrer. Frente a la vasta zona que nos han confiado y a las múltiples posibilidades de intervenir, el peligro del desánimo es fácil porque somos muy limitados. ¿Para qué servimos? Frente a la imposibilidad de hacer

todo aquello que nos parece indispensable se presentan dos riesgos: agotarse en el hacer cualquier cosa que se presente o resignarse a una presencia casi inútil. Es de suma importancia estudiar la realidad que nos rodea y elegir las prioridades. Nuestra presencia si no está inserta en la línea de la promoción y maduración a nivel popular, o sea si no se entra en la realidad vivida por la clase pobre que es la gran mayoría, no estará en línea con el Evangelio y solamente se podrá formar una especie de Iglesia casi abstracta de la realidad y no como un verdadero constituyente de verdad, educación y promoción humana.

Un complemento a estos dos componentes: la integración o la conversión que se le pide al misionero condiciona la validez de su presencia en el respeto de las culturas que encuentra. El misionero no es un conquistador sino un servidor y un amigo. No puede presentarse con una superioridad estúpida que impide ponerse junto a los otros como igual y como servidor. Si la gente con la cual vivimos no se diera cuenta que venimos de otra nación habremos ganado mucho. Esto es válido sobre todo en el contacto con la gente humilde y probada por el duro trabajo y la pobreza. A pesar de las limitaciones que son evidentes, la fe y la bondad de esta gente nos hacen reflexionar mucho; hay muchos valores auténticos que resaltar. Hoy día para ser misioneros es necesario ser humildes: por esto se habla de servicio y de intercambio entre las Iglesias. Es bueno trabajar con mucha discreción, eliminando el comprensible orgullo de quien sabe más, de quien viene de una nación más desarrollada y de una Iglesia más antigua. Si por la fe que nos anima no somos extranjeros en ninguna parte del mundo, con nuestra actitud podemos parecer tales. Lo que nos cuesta más no es dejar una familia, una patria y amigos, sino dejar a nosotros mismos.

RESPONSORIO                                                  Cf. 2Cor 6,4; Gal 5,13; 2Cor 1,24

R/. En todo nos presentamos como ministros del Evangelio; * mediante el amor estamos al servicio los unos de los otros.

V/. No pretendemos ser dueños de su fe, sino colaboradores de su alegría. R/. Mediante el amor estamos al servicio los unos de los otros.

ORACIÓN

Señor, tú que fortaleciste a nuestro pueblo con el martirio de los beatos Miguel, Zbigniew y Alessandro, concédenos por su intercesión y ejemplo, mantenernos firmes en la fe, vivir en ardiente caridad y ser testigos de la esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

 


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Bogdan Plawecki (fray Teodoro)

Pertenece a la Orden de los Frailes Franciscanos Conventuales

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