Biografía de p. Miguel Tomaszek OFM Conv.
La bella iglesia de madera, incrustada en medio de la naturaleza y del poblado, emergía del verdor campestre, como un vástago del bosque santo.
Uno de los elementos inseparables del paisaje de la región de Zywiec eran las construcciones de madera. Su popularidad y desarrollo se debían a la abundancia de maderaje en aquella zona, lo cual facilitaba su adquisición y su utilización. Estos terrenos estaban provistos de una exuberante vegetación. Incluso las iglesias eran de madera y se fusionaban con el paisaje, tan bellamente pintoresco, y con las tradiciones locales.
Lekawica, un pueblo situado en las tierras de Zywiec, no se distinguía de otros pueblos lindantes de la zona. La primera mención sobre la iglesia de Lekawica proviene del siglo XV. La parroquia, bajo la advocación de San Miguel Arcángel, fue erigida alrededor de 1480. En el s. XVI fue construida allí una iglesia de madera, consagrada en 1547.
Tenía una sola nave al estilo de las iglesias medievales de la región de Malopolska. Fue ampliada en el año 1641, además se construyó la torre y las galerías llamadas “soboty”. Su interior se embelleció con pinturas antiguas sobre las paredes de la nave, en la bóveda, en el presbiterio y en el coro. La policromía fue realizada por Fabián Sobinowicz, pintor de Zywiec, gracias a las gestiones correspondientes de D. Baltazar Szumski de Rychwald. Esta iglesia fue completamente destruida a causa de un incendio el 26 de octubre de 1992.
Precisamente en Lekawica vino al mundo Miguel Tomaszek el 23 de septiembre de 1960. Era el cuarto hijo en la familia de Miguel Tomaszek y Mieczyslawa Bárbara Rodak. Fue bautizado en la iglesia de S. Miguel de Lekawica el 23 de octubre de 1960. Actuaron como padrinos José Rodak y María Tomaszek. La familia de los Tomaszek era de condición más bien humilde: poseía una pequeña hacienda; su padre trabajaba además en las minas. Fue un hombre muy piadoso. Cuando ya no pudo trabajar a causa de su enfermedad, ayudaba mucho en la educación de los hijos.
Miguel y sus hermanos comenzaban el día rezando. Le vio muchas veces Margarita Drozdzik, amiga de Miguel, cuando por las mañanas se acercaba a su casa para luego ir juntos a la escuela. Con la muerte de su padre en 1969, empeoró la situación de la familia, quedando huérfanos Miguel, Marcos, su hermano mellizo, y dos hermanas. Su madre era enfermiza, y la educación de los hijos, junto con el mantenimiento de la casa, sobrepasaba sus fuerzas.
Esta situación repercutió seguramente en los hijos. Cuando Miguel y su hermano fueron a la escuela, resultó, al poco tiempo, que le costaban mucho los estudios, especialmente las matemáticas. Con la ayuda de su hermana, pudo abrirse y creer en sus posibilidades, liberarse de sus temores. Comenzó a estudiar con gusto. Sus maestros opinaban que era un niño bueno, formal y disciplinado. Concluyó la escuela primaria de ocho grados en 1975, en Lekawica.
El pueblo de Lekawica se encuentra cerca del santuario de Nuestra Señora de Rychwald. Miguel, desde pequeño, frecuentaba aquel lugar, participaba en las fiestas patronales, y fue allí, donde por primera vez se encontró con los franciscanos.
Como recordaría más tarde, aquellos encuentros fueron muy provechosos para él, que era un niño tímido y retraído. Al finalizar la escuela elemental, su familia decidió que siguiera estudiando, pero la elección de la escuela constituía todo un dilema. Su madre no poseía recursos económicos. Por otra parte, Miguel comenzó a sentir los primeros latidos de su vocación a la vida religiosa y sacerdotal. Sentía inclinación hacia ella, quizás porque en casa se oraba mucho, principalmente en las situaciones difíciles. Además, pertenecía al grupo de los monaguillos y le encantaba ayudar en misa. Decidió, pues, ingresar en el Seminario Menor de Legnica, dirigido por los Padres Franciscanos Conventuales. Los frailes de Rychwald le dieron todas las explicaciones sobre aquel Seminario, sobre sus exigencias y sus ventajas. Úrsula, su hermana mayor, le ayudó a preparar el viaje con todos los documentos que debía presentar en dicho establecimiento educativo.
El Seminario Menor era un colegio privado de enseñanza media. El plan de estudios era semejante a las escuelas secundarias oficiales pero, al mismo tiempo, los formadores religiosos ponían mayor empeño en formar espiritualmente a los jóvenes, en el marco del carisma franciscano, como preparación para la futura vida religiosa. Para Miguel Tomaszek, que se decidió por seguir el camino de su vocación, no pudiendo contar con gran apoyo económico por parte de su familia, este Seminario era un lugar ideal. Recibió allí casa, enseñanza y sustento, además del cuidado y apoyo por parte de sus educadores.
Los alumnos estudiaban en el colegio de los franciscanos pero, para el examen final, debían presentarse en una escuela pública. Era una época en que las autoridades estatales de enseñanza no miraban con aprecio a los alumnos provenientes de los colegios religiosos. Sin embargo, desde el punto de vista de los franciscanos lo más importante era alcanzar el nivel cultural e intelectual de los jóvenes y formar su carácter, ayudándoles a descubrir los talentos escondidos y tantas veces desconocidos por ellos mismos.
Así sucedió con Miguel. Los fallos de su escuela primaria se hicieron sentir muy pronto. En los primeros años tuvo dificultades en el estudio pero, a base de esfuerzos, logró alcanzar el nivel de los demás compañeros, de modo que, en el último curso, tuvo calificaciones buenas y muy buenas.
Sus compañeros del Seminario recuerdan que Miguel había traído una imagen de la Virgen Inmaculada. Le rezaba con frecuencia y su oración se hacía más prolongada cuando se apagaban las luces para el descanso nocturno. Entonces, se ponía de rodillas ante la imagen y se pasaba largos ratos sumergido en oración.
Miguel recibió el sacramento de la Confirmación el 21 de mayo de 1976, de manos de Mons. Vicente Urban en la iglesia de San Juan en Legnica, imponiéndosele el nombre de Adán.
Aprobó su examen final en Legnica y allí mismo recibió el certificado de fin de curso en el año 1980 . El formador más cercano a Miguel dio de él este testimonio: “Como formador, desde el principio me fijé en él, ya que era un muchacho muy tímido. Pensé que con el tiempo cambiaría o, como sucede en algunos casos, pasaría al otro extremo. Sin embargo, durante los cinco años de estudio en el Seminario, siempre fue muy modesto, puro y muy solícito para con los demás. Al concluir sus estudios secundarios, se presentó al noviciado. Siendo ya candidato para nuestra Orden, fue conmigo y con sus compañeros a pasar las vacaciones en Darlowek, cerca del mar. También allí demostraba ser un joven que sabía lo que quería y lo que escogía. Estando entre sus compañeros era muy alegre, jovial, afable y muy servicial. En el seminario hacía de fotógrafo. Sus fotos eran de alta calidad. También sabía escribir a máquina. No me sorprendió la noticia de que Miguel se presentara como candidato a las misiones en el extranjero. Pensé entonces para mis adentros: es un buen candidato para misionero, la misión de Perú tendrá en él un refuerzo joven y valioso”.
Siendo todavía un adolescente, muy pronto descubrió su vocación a la vida religiosa y sacerdotal. En el Seminario Menor tuvo oportunidad de profundizar en este aspecto. “Desearía trabajar en las misiones”, con estas palabras Miguel Tomaszek pidió ser admitido en la Orden de los Hermanos Menores Conventuales.
El 20 de agosto de 1980, concluidos los ejercicios espirituales, viajó a Lagiewniki, cerca de Lodz, para iniciar el noviciado. Éste se encontraba en Smardzewice, zona perteneciente a la provincia franciscana de Varsovia. Miguel concluyó su formación inicial en la Orden junto con una veintena de jóvenes de la provincia cracoviense de San Antonio, y con los novicios de la provincia de Varsovia. Miguel se sentía a gusto en ese ambiente. Era una etapa más en el camino previamente elegido por él. No tenía ya problemas con los estudios, sus compañeros lo recuerdan como un joven equilibrado y caritativo. Durante el noviciado, se entretenía con la fotografía y la plástica. Recibió el hábito franciscano el 4 de octubre de 1980, durante la fiesta en honor de San Francisco de Asís.
Su maestro de novicios era el P. Dr. Mario Paczóski. A lo largo del año se hacían dos informes acerca de cada uno de los novicios. Miguel obtuvo una opinión positiva sobre su conducta, como novicio, con lo que pudo emitir sus primeros votos el 1 de septiembre de 1981. Entre 1981 y 1987, estudió Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de los Hermanos Menores Conventuales de Cracovia. Allí conoció a Zbigniew Strza»kowski, pues, en la vida religiosa, había entre ellos sólo un año de diferencia.
Desde el primer curso, se notaba que Miguel se interesaba mucho por las misiones y las actividades caritativas. Había entregado toda su vida a la Santísima Virgen, ahora buscaba nuevas formas para rendirle culto. Cuando iba a casa, durante las vacaciones, se pasaba mucho tiempo en el santuario de Nuestra Señora de Rychwald.
Desde su llegada a Cracovia, se incorporó al movimiento M.I. y, con gran fervor, participaba en las actividades del Círculo Sección Mariana. Debemos agregar una observación pedagógica: en sus deberes era aplicado, en sus propósitos, consecuente, y abierto a las necesidades de sus compañeros del Seminario; también, ayudaba al grupo de las personas con discapacidades físicas o psíquicas que asistían a las clases de catequesis. Emitió su profesión solemne el 8 de diciembre de 1985. Siendo diácono, al finalizar su práctica pastoral en Breslau durante el mes de septiembre, obtuvo una opinión positiva por parte de los superiores, quienes, en su informe, subrayaban que presentaba buenas perspectivas de cara al futuro.
Escribió su tesina de teología moral, siendo su promotor el P. Dr. Mariano Lisowski. El trabajo llevaba por título: Defensa de la mujer, en su rol familiar, contra los peligros que actualmente la amenazan, según la predicación y escritos del Cardenal Esteban Wyszynski. Sostenía que las principales fuentes de la modificación del papel que la mujer desempeña en la familia, tienen un doble aspecto: sociológico y doctrinal. En el primero, la mayor parte de los cambios se realizan a causa de la actividad profesional de la mujer, de la nueva forma de vida y, por tanto, de una nueva mentalidad. El otro aspecto consiste en una falsa imagen de la mujer en las ciencias sociales: una visión neopagana de la mujer. El autor, después de una evaluación crítica de estos aspectos, presenta un concepto positivo del rol de la mujer, conforme a la doctrina de la Iglesia y las exigencias de la vida en la actualidad.
En su conclusión leemos:
“El Cardenal Primado no se conforma con el concepto puramente teórico del problema, sino que de un modo muy práctico señala las normas de vida, los valores fundamentales y propone pautas concretas acerca de la vocación de la mujer: ante todo, en la familia. No han perdido su vigencia las palabras del Cardenal Wyszynski, “el Primado del Milenio”, en la conclusión del Sínodo Extraordinario de Obispos del año 1985: En los últimos años, aparecía con frecuencia el interrogante acerca de la vocación y misión de la mujer en la Iglesia. Es por eso que la Iglesia debe procurar la presencia activa de la mujer, ayudándole a poner lo mejor de sí misma al servicio de la Iglesia, a través de las diferentes formas de apostolado”.
Miguel, siendo aún seminarista, se distinguía por su recogimiento y piedad. Cuando visitaba Lekawica, su pueblo natal, se ponía en contacto con el movimiento Luz-Vida, dirigido por D. Francisco Rembiesa.
Su ordenación sacerdotal tuvo lugar en la basílica de San Francisco de Cracovia el 23 de mayo de 1987. La ceremonia estuvo presidida por el obispo auxiliar Mons. Albino Malysiak. La fecha de la ordenación fue un poco anticipada con motivo de la inminente visita de S.S. Juan Pablo II a Polonia. El día 26 de junio del mismo año, Fr. Miguel defendió su tesina, finalizando así sus estudios de teología.
El primer destino pastoral de Miguel fue la parroquia franciscana de Piensk, una pequeña ciudad cerca de Zgorzelec. Trabajó allí como vicario y catequista. Se conservan algunos testimonios de los que afirman que Fr. Miguel, durante las misas de niños, solía tocar la guitarra y cantar con ellos. Era un sacerdote ejemplar. Preparaba muy bien los sermones, confesaba con fervor, visitaba a los enfermos, enseñaba. Su mayor felicidad era, sin embargo, el trabajo con los jóvenes, no sólo aquellos que iban a la escuela, sino, ante todo, aquéllos que más lo necesitaban: los discapacitados psíquicos.
La presencia activa de Fr. Miguel en Piensk animó allí la vida de piedad y la actividad pastoral. Según lo afirman algunos feligreses, Fr. Miguel, un poco antes de viajar a las misiones, como si fuera una despedida, organizó con los fieles una peregrinación a los santuarios de Lichen y Niepokalanów.
Cuando recibió la noticia de que Fr. Zbigniew Strzalkowski y Fr. Jaroslaw Wysoczanski, habían decidido viajar a Perú, inmediatamente tomó la resolución de unirse a ellos. Ya en diciembre del año 1987 se dirigió al ministro provincial, P. Félix Stasica, solicitando el permiso para viajar a las misiones. El 25 de julio de 1989, cuando llegó el aviso de que en la nueva fundación hacía falta un tercer sacerdote, los superiores autorizaron a Fr. Miguel a emprender su viaje a Perú.
Durante la Eucaristía de despedida en la parroquia de Piensk, Miguel, consciente de dirigirse a un lugar muy peligroso del mundo, afirmó que, si hiciera falta ofrecer su vida por la causa de Dios, lo haría sin titubear. Durante la fiesta de despedida organizada por los feligreses, la comunidad del Oasis (movimiento Luz-Vida) ofreció un concierto vocal-instrumental, cuyo repertorio contenía: Una balada misionera, La mies es mucha y Flores polacas. Fr. Miguel escuchaba estas obras con gran emoción, especialmente la última, pidiendo que se la cantaran nuevamente al cabo de tres años, cuando viniese de vacaciones. Lamentablemente esto no fue posible, puesto que Miguel nunca más regresaría.
El viaje – de 27 horas de duración – tuvo el mismo itinerario que el de Zbyszek y Jarek: desde Varsovia, vía Moscú, a Lima. Miguel viajó en primera clase, para poder llevar más cantidad de equipaje. No tuvo otro fraile que lo acompañase, por eso seguramente fue, para él, un viaje agotador; tanto mayor fue su dicha al ver, en el aeropuerto de Lima, a sus dos hermanos rebosando de alegría.
Transcurrido el primer mes de su estancia en Perú, pasadas sus primeras impresiones y, habiendo conocido un poco el pueblo de Pariacoto, comenzó sus clases de castellano en Lima, en septiembre de 1989. Hasta las Navidades, se hospedó en el convento de los Padres Oblatos, en Barranco. Con gran alegría y gozo, como un auténtico misionero, Fr. Miguel Tomaszek inició su actividad apostólica en Pariacoto, dedicándose a la predicación de la palabra de Dios y a socorrer a los más pobres, que vivían en los caseríos dispersos entre los cerros andinos.
En enero de 1991 viajó a Córdoba (Argentina), para profundizar en la espiritualidad franciscana. Era un cursillo mensual para sacerdotes, seminaristas y religiosas de las distintas provincias franciscanas de toda América Latina. Participaron unas 80 personas.
El día 9 de agosto de 1991, los PP. Zbigniew y Miguel fueron asesinados por los terroristas de Sendero Luminoso. Tanto entre los habitantes de la zona como en el Episcopado Peruano, esta muerte fue considerada como martirial.
Fuente:
GOGOLA Z. OFM Conv., La vida que nace del martirio. Los misioneros franciscanos conventuales en Perú, Palencia 2005.