Vía Crucis con los Mártires «Curados por sus llagas»

Vía Crucis con los Mártires «Curados por sus llagas»
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El Vía Crucis «Curados por sus llagas»

El Vía Crucis con los mártires, padres Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski 

Guía: Por la señal de la Santa Cruz…
Todos: De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios Nuestro.

+ En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.   AMÉN.

Introducción

La humillación y el sufrimiento hasta derramar su propia sangre es el momento de máximo y más completo testimonio de lo que Cristo por amor a Dios Padre puede ofrecer a Él y a los hombres. Como escribe el Evangelista Juan: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13,2) y “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 3). Cristo revela la belleza y el sentido más profundo de la vida en la fidelidad hasta el fin por el amor al prójimo y nos invita: “Si quieres ser feliz y pleno, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres. Luego ven y sígueme” (Mt 19, 21). Este seguimiento, el convivir con el Dios vivo, es el paso que lleva a la unión tan fuerte que nada y nadie puede separarnos de Cristo, incluso en el momento de la mayor prueba, la prueba del martirio. En estas situaciones los cristianos veían como se cumple la palabra de Pablo: “Estoy crucificado con Cristo, y ahora no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gal 2, 20).

San Pedro escribe en su Primera Carta: “En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios. A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas. El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente. El llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados. Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes” (1 P 2, 20-25).

El sufrimiento se puede y se debe soportar gracias a Cristo, quien primero hizo el camino de la cruz. Cada uno de nosotros pasa por el camino del sufrimiento pero: ¿cómo lo hace? ¿Poniendo los pies en Sus huellas como la Madre de Jesús o el Discípulo amado, como un santo o como los mártires? ¿O, como los que se alejaron de los pies de Jesucristo, los espectadores, los que se rebelan ante la cruz? ¿O, como los perseguidores? Cuántas diferentes actitudes pueden manifestarse entre los que acompañaron a Jesús hacia el Calvario.

Los mártires – p. Miguel Tomaszek y p. Zbigniew Strzalkowski – soportaron sus sufrimientos siguiendo al Salvador. Especialmente las últimas horas de sus vidas – sus palabras, sus gestos y sus actitudes – los asemejaron a Jesús en su camino hacia el Calvario de forma maravillosa y sorprendente. No devolvían el insulto cuando los insultaban, y aunque estaban padeciendo, no proferían amenazas; se entregaron al Señor, cargando con el dolor, con la injusticia y con los pecados de los demás. No se equivocaron eligiendo este camino. Su ofrenda no perdió valor porque el Buen Pastor y el Guardián de sus almas los llevó por el camino real hacia la gloria: al cielo y al reconocimiento de su entrega por la Iglesia como un martirio – la participación en la santidad de Jesucristo, Rey de los Mártires.

Pidamos al Espíritu Santo para que la Sangre del Salvador que cura a cada uno que se acerca a Él con fe, nos purifique profundamente durante este ejercicio de Vía Crucis. Qué la intercesión de los mártires nos convierta y nos anime a dar una respuesta radical frente a la voluntad de Dios, hacia nuestra propia vocación.

 

I Estación: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE – Los mártires de Pariacoto escuchan las acusaciones

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

El día 9 de agosto del 1991, a las 8 de la noche, miembros del grupo armado de Sendero Luminoso tocaron violentamente la puerta del convento de los franciscanos. Fue igual como con Cristo: vinieron a arrestarlos después de la Última Cena. Atados y humillados fueron juzgados y acusados de:

  • Engañar al pueblo porque entregan alimentos de Cáritas, y ésa es una práctica imperialista.
  • Predicar la paz, “que mancilla a la gente”.
  • Adormecer a la gente con la religión, que es el “opio del pueblo”; oponiéndose a la revolución..
  • Difundir la Biblia, para engañar y dominar al pueblo.

Pilato durante el juicio dijo: “Soy inocente de la sangre de este justo” (Mt 27, 24). Oficialmente reconoce que Jesús es justo; lo que significa no solamente que no tiene culpa, sino que es bueno y santo en el sentido bíblico.

El representante del Imperio Romano se dio cuenta que Jesús moría por la cobardía y por la envidia de sus paisanos, pero ¿puede Pilato y cada uno de nosotros decir que “soy inocente” y no tengo nada que ver con el juicio de Jesús? Todos nosotros somos deudores de la sangre de este único Justo. Aunque no lo reconozcamos con facilidad, Jesús derrama su sangre por todos para justificarlos frente al Padre. Su sangre tiene poder de purificarnos de cada culpa porque está libre de todo mal. Jesús regala su sangre como bebida a los que reconocen su culpa, confiesan sus pecados y nutriéndose de ella desean amar, trabajar, orar y morir como Él.

Oración:

Señor, tú alimentaste con tu sangre a los padres Miguel y Zbigniew en su última Misa, pocas horas antes de su muerte, y los estabas alimentando cada día para que al oír su juicio y recibir la sentencia puedan tocar tu sangre vivificadora y sanadora. Por todo eso: ¡seas alabado!

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

II Estación: JESÚS CARGA CON LA CRUZ – Los misioneros cargan con la cruz negando la entrega de los demás.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Después de la llegada de los terroristas, el padre Miguel reunió a los tres postulantes en la capilla del convento y les prohibió salir.

El terrorista preguntó:

– ¿Cuántos son?

– Cinco – respondió.

– ¿Dónde está el resto? ¡Que venga el resto!

Salió el P. Miguel. Ellos preguntaron nuevamente:

– ¿Dónde está el resto? ¡Que salga el resto!

Miguel y Zbigniew respondieron que los otros eran postulantes. Sacerdotes había sólo dos. Los terroristas no se quedaron conformes.

Gritaron nuevamente:

– ¿Dónde está el resto? ¡Que salgan!

Zbigniew dijo con severidad:

– Llévenme a mí, pero a ellos, no.

Los postulantes se quedaron en la capilla como les ordenó el padre Miguel y empezaron a rezar los Misterios Dolorosos del Santo Rosario.

San Juan describió el camino de la cruz de Jesús con la siguiente frase: “Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo»,  en hebreo «Gólgota»” (Jn 19, 17). Se nota aquí la plena conciencia y la voluntad de Jesús por asumir personalmente el rol de Mesías. Somos nosotros quienes pecamos – no Cristo – sin embargo, Él cargó con nuestras culpas. No nos abandonó con el peso del mal pero aceptó y transformó todos los lugares donde reina la muerte: donde se echa la culpa a los demás y se huye acusando a los demás. Los lugares que tienen por símbolo el cráneo – Jesús los visitó para que sean lugares de perdón, de vida, del don desinteresado de sí mismo.

Oración:

Señor Jesús, en la actitud firme de los padres Miguel y Zbigniew que salvaron la vida de los jóvenes peruanos veamos la humildad y la grandeza de los sacerdotes de la Nueva Alianza que unidos a ti aceptan y cargan la cruz como Tú lo hiciste.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

 III Estación: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ – No hubo nadie quien defienda a los misioneros.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

El día 16 de febrero del 1990 Pariacoto sufrió un cruento ataque de los terroristas de Sendero Luminoso. Los terroristas destruyeron, entre otras cosas, la central telefónica y sembraron el terror durante aproximadamente treinta minutos.

Por entonces ya se sufría la ausencia de la autoridad civil en el pueblo. Antes de la Misa alguien trajo la noticia que en el pueblo se encontraban los terroristas. La mayoría de la gente después de la última bendición: “salía rápido de la misa, mirando a su alrededor. Parecían estar asustados. Hablaban en voz baja” – como relata Hermana Lucila.

Los jóvenes que esperaban la reunión después de misa, se quedaron paralizados y asustados cuando vieron frente a ellos a los terroristas, armados y muy decididos. Después de la muerte de los padres muchos decían que ellos llevaron las cargas de los demás exponiendo su persona y no recibieron ayuda de quienes deberían recibir.

Solamente Dios no abandona según la promesa que dio a través del profeta Isaías: “¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!” (Is 49, 15). Jesús anunciando la hora de su glorificación, es decir de su pasión, muerte y resurrección dice: “Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo»” (Jn 16, 32-33). Jesús era uno con el Padre y en esta unidad se apoyó en el momento del profundo abandono. Su camino es una profecía y testamento para los que siguen el camino de la cruz y caen bajo el peso de abandono y soledad.

Oración:

Señor Jesús, Tú otorgaste la gracia de la paz y de la fortaleza a nuestros mártires en el momento del abandono y soledad. Fuiste Tú su fuerza y su poder en su levantarse para seguir el camino contigo ¡A Ti gloria – siempre presente con los que cargan su cruz en soledad!

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

IV Estación: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADREPadre Miguel encuentra a su Madre celestial desde sus primeros pasos en la fe.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

El testimonio más antiguo del padre Miguel sobre su profunda y personal devoción a la Virgen Inmaculada viene desde cuando era estudiante del Seminario Menor de los Franciscanos en Legnica. Sus notas eran bajas y tenía que estudiar mucho. En los momentos más difíciles encontraba paz en la oración. Cuando se apagaba la luz en el dormitorio, y en pleno silencio, se arrodillaba frente a  una pequeña imagen de la Virgen colocada en la gran sala donde dormían entre 12 a 18 estudiantes. Desde el 8 de diciembre del 1975 perteneció a la Militia Immaculata y con el tiempo lideró el círculo seminarista de esta asociación mariana. Los dos mártires franciscanos admiraban y seguían el compromiso misionero de San Maximiliano Kolbe y su entrega a la Virgen Inmaculada.

La Madre de Jesús estaba en el Calvario a los pies del Crucificado. Siguió el camino de la cruz de su Hijo. La presencia de la Madre fue sumamente importante y difícil de estimar en un momento así. La voluntad de Jesús es que todos los que suben con Él al Calvario escuchen el testamento del Señor. Jesús desde la cruz dice al Discípulo amado: “Aquí tienes a tu Madre”, pero hasta más esencial parece lo que antes  dice a su Madre: “Mujer, aquí tienes a tu hijo” (Jn 19, 26-27).

Oración:

María Inmaculada, agradeciéndote por tu presencia en el Calvario y donde sufre cada hijo, te damos gracias porque cuidas por cada uno de los que cada día están llamados a dar testimonio hasta derramar su sangre en tantas partes del mundo. Por tu presencia y tu amparo de los padres Miguel y Zbigniew en su vida y en la hora de su muerte – ¡Gracias!

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

V Estación: JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEOEl alcalde Justino comparte el camino de la cruz con los padres Miguel y Zbigniew.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Después de arrestar y atar a los misioneros, los terroristas les hicieron subir a la camioneta y pararon cerca de la Municipalidad Distrital de Pariacoto para llevar a Justino, el alcalde. Cuando llegaron a Pueblo Viejo, a 15 minutos de subida hacia Cochabamba, los mataron con disparos en la parte trasera de sus cabezas.

Los encontraron tendidos en el suelo, unidos en un solo charco de sangre, que la gente recogió con suma reverencia para enterrarla luego en el cementerio muy cercano.

San Lucas nos relató una singular escena de la pasión de Jesús: “Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús” (Lc 23, 26). Esta simple frase refleja una aparente lejanía entre los dos, pero no excluye la cercanía interior que pudo nacer en Simón al tocar la sangre de Jesús que salía de las heridas del Salvador. Simón sujetaba la cruz empapada con la sangre de Jesús y le miraba de cerca a sus ojos. A Mateo y a tantos más, esta mirada resultó suficiente para dejarlo todo y seguirlo.

Oración:

Señor Jesús, recibe en tu Reino a Justino, cuyo camino de vida y de muerte cruzaste con el padre Miguel y con el padre Zbigniew. Juntos fueron llamados por la Providencia a responsabilizarse por los demás. Tú nos prometiste que todo lo bueno que hicimos al prójimo – a ti te lo hicimos ¡Qué la vida en tu presencia y tu cercanía sea el premio eterno por las obras de caridad de tus hijos!

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

VI Estación: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚSLa hermana Berta.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

La Hermana Berta,  Esclava del Sagrado Corazón, fue testigo cuando ataron a los misioneros. Con coraje preguntó a los terroristas: ¿qué quieren? y ¿por qué los atan?, ¿por qué no dialogan? Ella pedía que les dejasen en paz. Les siguió hasta la Municipalidad a donde se dirigieron las camionetas. Les dijo que era religiosa  y que a acompañaría a los frailes hasta donde resulte necesario.

Subió a los carros junto con los mártires y fue testigo del odio y del juicio que tuvo lugar en este último camino. Gracias a la Hermana Berta sabemos que, en los momentos de angustia y peligro cada vez más visible, los padres conversaron en polaco. Según relató, el tono de esta conversación fue muy serio, quizás intercambiaron palabras de absolución.

La hermana Berta recibió también la reacción violenta de los terroristas y fue el padre Zbigniew quien le dio la orden: “Baja”, antes de cruzar el puente camino a Huaraz y Cochabamba. Fue entonces que los asesinos la expulsaron de la camioneta, quemaron el puente y se fueron al lugar de la ejecución. Cuando retornó al convento estaba consternada, lloró y dijo que se los llevaron y los engañaron.

En el Salmo 27 leemos sobre el sentimiento humano hacia Dios: “Mi corazón sabe que dijiste: «Busquen mi rostro». Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí” (Sal 27, 8). El coraje de la Hermana Berta recuerda el gesto atrevido de la Verónica. Es una respuesta a la búsqueda del Amado del alma y al deseo de estar donde Él está, es también un gesto concreto de la bondad en el camino del seguimiento del Salvador. Santa Faustina escribió en su Diario: “De Jesús aprendo a ser buena, de Aquel que es la bondad misma, para poder ser llamada hija del Padre Celestial.  Hoy, antes de mediodía, tuve un gran disgusto; en ese sufrimiento traté de unir mi voluntad a la voluntad de Dios y alabé a Dios con el silencio” (n. 669). “…justamente cuando sufro mucho, mi gozo es mayor, mientras que cuando sufro poco, también mi gozo es más pequeño” (n. 303).

Oración:

Señor Jesús, haz que seamos audaces en hacer el bien y que nuestros ojos, manos, pies, labios, corazón… sean misericordiosos ¡Transfórmanos en la misericordia!

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

VII Estación: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ Los mártires traicionados por uno de los suyos.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Los terroristas sabían mucho sobre la vida, el trabajo y los lugares a dónde iban los misioneros. Conocían su agenda del día y sabían que tenían camionetas. El plan de detener, atar, llevarlos a un lugar más retirado y asesinar estuvo preparado y bien pensado. Una de las jóvenes, observando el accionar y comportamiento de los terroristas dijo a Berta: “Hermana, aquí debe haber un traidor, porque todos saben perfectamente lo que hacen los Padres”.

Después de decir esto, Jesús se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará… «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote… Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche” (Jn 13, 21.26.30).

Oración:

Señor Jesús, aplastado y cayéndote bajo el peso de la traición y del abandono de parte de uno de los discípulos,  con el que compartías el mismo pan; Tú que has hecho participar en este dolor a nuestros mártires y los levantaste después de la caída provocada por la traición, fortalece con tu gracia a todos los traicionados, para que tengan fuerza para levantarse y perdonar ¡Qué la gracia de la sangre martirial sea también la semilla para la conversión de los traidores!

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

VIII Estación: JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN El dolor después de la muerte de los mártires y durante el entierro.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Después de la autopsia hecha en Casma, sus cuerpos fueron vestidos con sus hábitos y así expuestos en el templo de la parroquia María Magdalena. Al día siguiente, domingo 11 de agosto por la mañana, los cuerpos de los mártires fueron colocados en una camioneta abierta, decorada con flores y palmas. Generalmente, el tramo de Casma a Pariacoto, en carro particular, se recorre en una hora; pero, aquella vez, el cortejo fúnebre tardó más de cinco horas.

La gente reflejaba dolor; llevaban flores y pancartas. En el primer pueblo, Cachipampa se hizo el alto y todos les rindieron homenaje. Esto se repitió en cada pueblo por donde pasó el cortejo fúnebre. Al llegar a Pariacoto, alrededor de las tres de la tarde había muchísima gente esperando desde muy temprano la llegada de los cuerpos. Se sentía un clima de mucho dolor y tristeza; todo el mundo lloraba. Se les esparcía flores. Desde la entrada al pueblo, los ataúdes fueron llevados a hombros, en procesión, hasta el templo de la parroquia Señor de Mayo. Se oía el redoblar de las campanas, la gente cantaba; numerosos arcos de flores adornaban el camino.

Los ataúdes fueron colocados frente al altar. Luego se celebró la Eucaristía, presidida por Monseñor Luis Bambarén, Obispo de la Diócesis de Chimbote, y concelebrada por numerosos sacerdotes. Asistieron las Hermanas Esclavas de Pariacoto y todo el pueblo. El lunes 12 de agosto, después de una procesión alrededor de la plaza de Armas, los cuerpos de los mártires fueron depositados en las tumbas acondicionadas en los lados laterales en el interior del templo.

Jesús miró a la multitud de la gente y se dirigió a las mujeres que estaban llorando: “¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos… Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?” (Lc 23, 28.31). Jesús es un árbol verde y lleno de vida que justo da más fruto cuando se ofrece por los demás. El árbol seco e infecundo es el pueblo elegido que no acepta las lágrimas de penitencia que son como la lluvia que da vida. Por eso Jesús dice “lloren”, porque por la conversión y por la penitencia pueden quedar regados y vivificados los corazones de las personas y de todas las naciones. Todos fueron llamados para recibir al Hijo de Dios – al Misionero del Padre – y a dar fruto a su ejemplo.

Oración:

Danos, Señor, la gracia de la penitencia para dar frutos dignos de los hijos de Dios. No permitas que derramemos apenas un poco de lágrimas de conmoción viendo tu muerte o la muerte de los mártires. El mundo necesita de los mensajeros de paz y bien, y no tanto de los profetas de la desgracia. El mundo necesita recuperar el sabor de sal y la iluminación de luz para no caer en tinieblas. Señor, nos llamas a la penitencia pero también al testimonio: “Ustedes son la sal del mundo… Ustedes son la luz del mundo” (Mt 5, 13-14). Danos la gracia de revelar la vida, el sabor y la luz que emana de Tu vida, muerte y resurrección.

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

 IX Estación: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ Los mártires al caer en manos de los terroristas se mantienen fieles hasta el final.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Cuando una de las personas cercanas a los padres les comunicó que en Pariacoto se encontraban los “terrucos”, fray Zbigniew dijo: “no hay nada que ocultar, si vienen vamos a dar testimonio de la verdad”. Al ser secuestrados, tuvieron que escuchar injustas acusaciones; y viendo la gravedad de la situación, los frailes intercambiaron algunas palabras en polaco, siempre con mucha paz y serenidad. Sólo Dios sabe lo que ellos se dijeron.

Cayeron en las manos de los asesinos porque no se resistieron, no tenían armas, nadie les defendió. Sin embargo, el hecho de que se mantuvieron firmes y serenos frente a los opresores es amor puro: ¡Amor puro! Nadie les quitó la vida ya que los mártires sabían que algo trágico podía pasarles y pudieron salir de Pariacoto. Pero, ellos entregaron su vida como ofrenda por los demás en fidelidad al Padre hasta el final. El hombre es verdaderamente hombre y se muestra en toda su belleza no cuando cae sino cuando se levanta y se mantiene de pie a pesar de todo.

Jesús rezaba con los salmos. En uno de ellos encontramos las siguientes palabras: “Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza” (Sal 23, 4). Tantas veces rezaban también los mártires con este Salmo. Cayeron bajo el peso de la violencia de los agresores; y por la opción de no abandonar a los abandonados. Pero en esta oscuridad se mantuvieron firmes gracias a la Palabra de Dios que resonaba dentro de ellos, y por el deseo de cumplir la voluntad de Dios en el lugar preciso donde el Señor los mandó.

Oración:

Jesús, Tú te levantaste después de la tercera caída a pesar de estar tan agotado y adolorido. No solamente instruías cómo hay que resistir en la hora de la prueba que nos espera a todos, sino también Tú mismo nos lo mostraste en el camino al Calvario. Permítenos no solamente oír tus palabras sino  también cumplir lo que prometiste: “el que persevere hasta el fin, se salvará” (Mt 24, 13).

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

 X Estación: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS Los terroristas se reparten entre ellos los objetos personales de los mártires y se llevan sus carros.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Una vez dentro del convento los terroristas entraron a las habitaciones de los misioneros en búsqueda de las llaves de los vehículos. Se llevaron objetos personales que les interesaban.

Nueve días después del martirio, el entonces Cardenal del Perú,  Monseñor Augusto Vargas Alzamora,  presidió la misa celebrada por los padres Miguel y Zbigniew en la catedral de Lima.  Allí comparó el trágico asesinato de Pariacoto con la muerte de los primeros cinco franciscanos mártires en Marruecos. También San Francisco al tomar conocimiento del martirio, exclamó: “¡Ahora puedo decir con verdad que tengo cinco verdaderos hermanos menores!”. Cuando se parte para las misiones en nombre de Jesús uno no lleva muchas cosas. El don más precioso del misionero es la vida puesta a disposición del Señor. Los dos mártires vivieron con entusiasmo el carisma franciscano, entregaron todo al Padre -como Nuestro Señor Jesucristo en el Gólgota- para después recibir todo de Él y salvar a los que Dios les entregó.

San Juan escribió narrando la pasión de Jesús: “Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: «No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca.» Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados” (Jn 19, 23-24).

Oración:

Jesús, Tú dijiste que nadie te quita la vida, sino que Tú la entregas para recuperarla de nuevo en su plenitud. Los soldados eran capaces de quitarte la ropa y llevársela, pero Tú sacrificaste mucho más – a ti mismo. Así como tuviste poder para entregar tu vida y luego recuperarla (cf. Jn 10, 17-18) realízalo  también en nosotros para que se cumpla el deseo de San Francisco que exhortaba: “Por consiguiente, nada de ustedes retengan para ustedes, a fin de que les reciba todo enteros el que se les ofrece todo entero”.

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

 XI Estación: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ Los mártires murieron fuera de Pariacoto, en Pueblo Viejo.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Fueron asesinados en el lugar llamado Pueblo Viejo en las afueras de Pariacoto. Como Jesús, a quien sacaron fuera de la ciudad de Jerusalén para crucificarlo y le forzaron a subir un cerro con la cruz en hombros.

Los disparos los clavaron en la tierra que amaron tanto. Los mártires realmente querían a la gente que los acompañaban. Tenían bajo su custodia cinco antiguas parroquias con más de 70 pueblos y caseríos, ubicados a una altura entre 600 a 4000 metros sobre el nivel del mar. Es una área muy extensa, con muchos caminos a recorrer. Por eso su amor tuvo que ser muy grande para responder a tantas necesidades de su gente. El Padre Zbigniew escribía sobre uno de los proyectos pastorales: “quisimos marcar esta tierra con la presencia de una casa de oración trayendo a las Hermanas Clarisas contemplativas desde Cracovia… dentro de 2 o 3 años. Nos dábamos cuenta que éramos un grano de trigo que cayó en tierra exigente, y por eso había que procurar para que uno mismo germine

San Pablo escribe a los Efesios que se convertían al cristianismo: “Pero ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona. Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban lejos, paz también para aquellos que estaban cerca” (Ef 2, 13-17).

Oración:

Jesús clavado en la cruz, estás muriendo por todos: Judíos y paganos, para que todos sean un solo Pueblo de Dios. La paz que estaba en Ti, es la plenitud de las gracias del Mesías. Traes la paz a todos los que te crucifican cada hora y en cada lugar hasta el fin del mundo. Que estas dos semillas de la paz – padre Miguel y padre Zbigniew – sembradas en la tierra, germinen y den fruto de la reconciliación en la tierra dividida pero tan querida por ellos.

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

 XII Estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ Los mártires mueren a pocos metros del cementerio.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Gólgota significa el lugar de la calavera, el lugar donde enterraban a los difuntos. Los padres Miguel y Zbigniew, junto con el alcalde Justino, fueron asesinados cerca de los cuerpos de los que nacían, vivían y morían en esta tierra ¡Qué símbolo más elocuente de la cercanía entre los misioneros y la gente a la que fueron enviados!

En la espalda del padre Zbigniew había un cartel que decía: “Así mueren los lames del imperialismo” ¡Qué símbolo más elocuente de la cercanía entre los misioneros y miles de víctimas del terrorismo en nuestro país que fueron juzgados y asesinados cruelmente sin razón!

En el Evangelio de San Juan leemos: “Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio” (Jn 19, 18). Jesús está en el centro, quiso estar entre nosotros y anunciar la Buena Nueva y entre nosotros morir y resucitar. Entre nosotros pecadores – El Rey del cielo y de la tierra. Isaías proclamó la palabra de Dios: “Vengan, y discutamos –dice el Señor– Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana” (Is 1, 18). A través de la cruz y de la sangre de Jesús se cumple la promesa de Dios: recibimos la vestidura blanca como el hijo pródigo que retorna a la casa del Padre desde lejos.

Oración:

Señor Jesús, que tu muerte entre los pecadores de fruto de conversión a la vida nueva de los corazones manchados por el odio, por el terrorismo, por los pecados de injusticia y contra la vida, por los pecados que aumentan los cementerios y el miedo. La sangre de tus mártires clama a la reconciliación y hace brotar la misericordia a  ejemplo de tu corazón misericordioso.

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

 XIII Estación: JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE Todavía de noche, entre gran peligro, la gente busca a los cuerpos de los mártires para que no sean profanados.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Alrededor de las 9.30 de la noche llegaron a la parroquia personas que decían que media hora antes había oído disparos en Pueblo Viejo y querían ir para ver lo que había sucedido. A las 10 de la noche, seis hombres decidieron ir a buscar a los frailes. Al volver comunicaron la muerte de los dos sacerdotes. A las 5 de la mañana partieron nuevamente a la zona del martirio para traer los cuerpos en una camioneta; y luego de recibir el permiso de la Policía Nacional, al promediar las 8 de la mañana, los cuerpos de Miguel y Zbigniew fueron llevados al templo.

Como el cuerpo de Jesús, bajado de la cruz, encontró reposo en los brazos de su Madre, así los cadáveres de los mártires encontraron su mejor lugar entre la gente del pueblo que los rodeó con sus llantos y sus oraciones.

Para asegurarse que Jesús estaba muerto, los soldados atravesaron su costado con una lanza. No se imaginaban que era un acto misericordioso de Cristo porque la sangre y agua que brotaron dieron comienzo a las fuentes de agua viva que manó del templo como en la visión que tuvo Ezequiel quien profetizó el hecho (Ez 47, 1-12). Jesús es este templo, del cual manan los sacramentos de la Iglesia,  porque quien beba de esta fuente dará vida y comunicarán al Espíritu Santo.

Oración:

Señor Jesús, tu corazón traspasado violentamente después de tu muerte se abrió más todavía y quiere ser morada de los que buscan paz y felicidad. Que esta ofrenda de las vidas de los padres Miguel y Zbigniew inspire a los que todavía no se acercaron a las fuentes de agua viva e interpele las conciencias de los que todavía no pidieron perdón por lo que hicieron.

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

 XIV Estación: JESÚS ES SEPULTADO Los cuerpos de los mártires sepultados en el templo de Pariacoto.

M: Te adoramos, oh  Cristo,  y te bendecimos.
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

La Hermana Marlene, Religiosa de las Esclavas del Sagrado Corazón, dio testimonio que encontró al padre Zbigniew unos días antes de su muerte y le preguntó si recibieron amenazas. Se sonrió y no lo afirmó directamente, solamente declaró que no podían abandonar a la gente. “Nunca se sabe, pero si nos matan, mejor que nos entierren aquí en Pariacoto”. Eran como el buen pastor – con y para la gente. No huyeron a pesar que los atacaban y estaban rodeados por lobos, decidieron quedarse en el pueblo con la gente de su parroquia; incluso después de su muerte. Su deseo se cumplió.

En el Evangelio de San Lucas leemos: “Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo, que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado. Era el día de la Preparación, y ya comenzaba el sábado” (Lc 23, 50-54). Este elogio de José que era “recto y justo” es uno de los más bellos: aquí está el que recibió el Evangelio y empezó a vivirlo a la vista de los demás. Así adelantó el esplendor de la fiesta de la Nueva Pascua que viene.

Oración:

Señor Jesús, nuestra vida y resurrección, Tú hiciste que nuestros sepulcros sean la puerta a la vida nueva. Concédenos, a los que meditamos Tu pasión, la rectitud y la justicia a ejemplo de José de Arimatea. Nosotros, igual como él, esperamos la llegada de Tu Reino. Dando infinitas gracias por la vida y el martirio de los padres Miguel y Zbigniew, cuyos cuerpos descansan en la tierra donde trabajaron y predicaron tu Reino, Te pedimos que su sacrificio suscite en nosotros un nuevo compromiso para cumplir tu voluntad hasta las últimas consecuencias en el lugar y en la hora que tu divina Providencia lo designe.

 Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Terminemos con las palabras de Cristo: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros” (Jn 15, 16-17).

Por las intenciones del Santo Padre:

  • Un Padre nuestro,
  • Tres Ave Marías,
  • Gloria

+ En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.   AMÉN.

Elaborado por:

  1. Andrzej Prugar OFM Conv.
  2. Jacek Lisowski OFM Conv.

[1] Las referencias históricas vienen del libro: GOGOLA Z. OFM Conv., La vida que nace del martirio. Los misioneros franciscanos conventuales en Perú, Palencia 2005.


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Bogdan Plawecki (fray Teodoro)

Pertenece a la Orden de los Frailes Franciscanos Conventuales

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