«La beatificación nos obliga a acercarnos a nuestros mártires»

«La beatificación nos obliga a acercarnos a nuestros mártires»
Compartir

(Por: Mons. Ángel Francisco Simón Piorno) La beatificación de nuestros mártires, nos obliga a acercarnos a ellos para descubrir el dramatismo de sus últimos momentos, antes de ser asesinados. La experiencia de una muerte cercana, cruenta y cruel, los asemeja a Jesús, calvado de rodillas en el huerto.

La oración de Jesús, fue sin duda alguna la oración que brotó de su alma desgarrada.
El Evangelio nos dice que Jesús cayó, rostro en tierra, y se puso a orar diciendo «Padre mío, si es posible, que se aleje de mi este cáliz. Sin embargo, no se haga lo yo quiero, sino lo que quieres tú.
Cuando Jesús en el huerto se ve abrumado y deshecho, recordó al Padre que le habló en el Jordán y en el Tabor. Ese diálogo de Jesús con el Padre y del Padre con Jesús, es el telón de fondo de toda su vida; pero, en este momento el Padre guarda un silencio absoluto.

A pesar de todo Jesús tuvo el coraje de decirle «Padre mío», aunque le estallen las venas y tenga que sudar sangre. Jesús confió en Dios y aguantó en silencio.
De igual manera lo hicieron nuestros mártires. Rezaron el Padre nuestro y exclamaron: «¡que se haga tu voluntad!». Ese momento fue preparado a lo largo de su vida, como lo han preparado los santos.
Como fieles sacerdotes sufrieron, experimentaron la contradicción, el fracaso y la sequedad, pasaron muchas horas junto a Jesús en el huerto.

Ellos son beatos, porque a pesar de tener el corazón partido, inundado por el miedo y la oscuridad, se pusieron de rodillas y le dijeron a Dios, Padre aquí estoy, como Jesús, soy tu hijo Sacerdote, haz de mí lo que quieras.
La Iglesia los ha inscrito en el catálogo de los modelos que tenemos para ser fieles. Esa es la grandeza de la Virgen, que dijo sí a Dios; es la grandeza de Jesús y es sin duda alguna la grandeza de nuestros Sacerdotes martirizados, cuya santidad nos disponemos a celebrar.

(Publicado en Mar Adentro, abril 2015)


Compartir