En la ciudad de Lima, el pasado 11 de marzo del 2015, se realizó la ceremonia de colocación de nombres de sacerdotes, religiosos y religiosas asesinados por Sendero Luminoso durante el período de violencia política en el Perú (1980-2000).
El memorial «El Ojo que Llora», es una escultura de la artista holandesa, Lika Mutal. Su objetivo principal, es la conmemoración colectiva de todos los peruanos, que fueron víctimas de la violencia, y su mensaje consiste en promover la paz y la reconciliación en el país tan marcado por el estigma del terrorismo.
La misma forma de esta escultura de piedra, ha de simbolizar a la Pachamama (Madre Tierra) de la que sale el agua como si fuera un charco de lágrimas. A su alrededor hay once círculos, una especie de laberinto de piedra, que contienen justamente 32.000 piedras, con los nombres tallados en las mismas indicando a la vez la edad y el año de la muerte de las víctimas.
Este lugar, especialmente para las familias de aquellos que desaparecieron sin dejar rastro, reemplazó al cementerio, porque reúne a los familiares de las mencionadas víctimas en las fechas de sus cumpleaños o en la memoria de los fieles difuntos. Además, se ha convertido en un punto fijo de visitas para celebridades extranjeras y todos los comprometidos con la defensa de los Derechos Humanos.
La decisión del Santo Padre Francisco, para beatificar a nuestros hermanos, padres Zbigniew Strzałkowski y Miguel Tomaszek junto con el padre Alessandro Dordi, igual como la necesidad netamente práctica para renovar las piedras conmemorativas con los nombres y apellidos de algunos misioneros extranjeros, hermanas religiosas y sacerdotes peruanos se convirtieron en motivo suficiente para convocar a toda esa gente que se preocupa por la paz y la reconciliación.
La celebración solemne de la re-localización de las piedras restauradas con los nombres de las víctimas que figuran a continuación se llevó a cabo el 9 de marzo de este año, y su lema principal era la siguiente frase: «‘Bienaventurados los que trabajan por la paz» (Mt 5, 9). Nuestros mártires iluminan el camino. «
A este acto celebrativo además de Su Excelencia, Monseñor Luis Bambaren, asistieron embajadores y otros miembros del cuerpo diplomático de los países de los que vinieron los misioneros. Nuestro país estuvo representado por la Embajadora Señora Isabela Matusz, el Señor Cónsul Konrad Kiedrzyński que estaban directamente involucrados en la colocación de piedras conmemorativas. Asimismo participó la Presidenta de la Asociación «Casa Polaca» (Dom Polski), Señora Danuta Madej, mientras que los franciscanos estuvieron representados por el Padre Dariusz Mazurek, que de parte de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales leyó la semblanza de nuestros dos hermanos indicando que su muerte en la sociedad actual tan «líquida» y tan «light» en la cual casi no se dan compromisos a largo plazo, quiere incentivar la fidelidad hasta la muerte en el marco de la propia vocación, una vocación recibida de Dios. A continuación se manifestó palabras de saludo muy cordial a todos los participantes de la celebración de parte del Ministro Provincial de los Franciscanos, el Padre Jarosław Zachariasz.
La parte peruana estuvo bien representada por el personal y los voluntarios de la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH), que, junto con la Conferencia de Superiores Mayores del Perú y la organización «Caminos de la Memoria» con la participación de sacerdotes y religiosas de diversas congregaciones numerosamente presentes en Lima, organizaron este encuentro.
La ceremonia tuvo como protagonistas principales a las siguientes víctimas:
Irene Mc Cormack, religiosa de Australia, de la Congregación de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón, asesinada en Hausa Huasi (Tarma-Junín);
- María Augustina Rivas López, religiosa de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, asesinada en Chanchamayo (Junín);
- Zbigniew Strzałkowski, franciscano conventual, asesinado en Pariacoto (Ancash);
- Michał Tomaszek, franciscano conventual, asesinado en Pariacoto (Ancash);
- Alessandro Dordi, sacerdote diocesano de la diócesis de Bérgamo Italia, asesinado en Santa (Ancash);
- Víctor Acuña Cárdenas, sacerdote diocesano del Perú, asesinado en Huamanga (Ayacucho);
- Teodoro Santos Mejía, sacerdote diocesano del Perú, asesinado en Huaripampa (Jauja-Junín);
- Reynaldo Sáenz, sacerdote diocesano del Perú, asesinado en Izcuchaca (Huancavelica).
Después de la presentación de notas biográficas, se leyó un fragmento del Libro de Ezequiel sobre los huesos resucitados. La reflexión estuvo a cargo del ex obispo de Chimbote, Monseñor Luis Bambaren, que en su prédica tocó el tema de la analogía de los sucesos de las últimas horas de vida de Jesús y de los misioneros polacos, intercalando su discurso con los episodios del Padre Sandro. Como una especie de responsorium sonaban las palabras de acto de perdón durante el cual se comparó el corazón humano a una piedra. No faltaban momentos de cantar, de presentar una poesía… Todo esto se dio en ambiente de esperanza, vida, alegría, con el objetivo de transformar el odio en el amor. La parte final fue precedida todavía con las oraciones de la Biblia que demostraban el gran amor de Dios para con sus pequeños, pobres y débiles y con los ruegos a que las personas asesinadas por los terroristas acompañen a sus fieles en el camino de la fe.
Para concluir conviene leer todavía las opiniones de los mismos organizadores del evento: «Conocer las historias de cada uno de los mártires, también ha sido una ocasión de conocer a héroes y heroínas de este período nefasto de nuestra historia. Serán un referente en nuestras visitas guiadas» (Rosario Narváez Vargas); «Que bueno es respirar un aíre fresco promovido desde la sociedad para que se reconozca, la labor de los misioneros que dieron su vida con generosidad por la vida de los peruanos y peruanas. Respiré esperanza, sentí el aroma de las rosas como aliento suave en esta búsqueda de justicia. Un buen número de asistentes y todos con la convicción que si podemos cambiar corazones y estructuras»(Luis Llontop).
Parece que estas palabras no son solamente un deseo piadoso, sino demuestran la fe que como escribió en su carta a los participantes de la reunión el mencionado ya Ministro Provincial, Padre Jarosław: «Donde hay mártires, allí su fertilidad espiritual puede ayudar a ver a la comunidad eclesial y nacional, el poder de Dios que viene desde arriba, el poder del Reino de Dios. Los mártires son, de hecho, un signo de la acción de Dios en el mundo, que es capaz de conciliar entre sí en Cristo los antípodas más distantes». El objetivo de esta reunión fue a dar un paso adelante en el camino de la reconciliación, no olvidando la historia sino por su conmemoración.
fr. Dariusz Robert Mazurek OFM Conv.
Lima, 12 de marzo de 2015
Tomado de la web http://meczennicy.franciszkanie.pl/