Padre Sandro: ejemplo de vida misionera y testimonial de la nueva evangelización

Padre Sandro: ejemplo de vida misionera y testimonial de la nueva evangelización
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(Por: Marco Sing Balta).-  Cuando padre Sandro llegó a Santa en 1980, jamás imaginó lo difícil que sería hacer labor pastoral en nuestra comunidad. La población santeña es muy dura; por su idiosincrasia es muy difícil de entender. La apertura no es fácil de conseguir. Se requiere mucha paciencia y tenacidad para lograr lo propuesto como fin. El padre Sandro tenía en mente muchas ideas y proyectos de proyección social por las que tuvo que batallar muy fuerte, sobre todo con los padres de familia en el programa de catequesis familiar.

Estuvo a punto de darse por vencido y me dijo que no podía más, deseaba cambiar de localidad. Se cuestionaba en qué había fallado. Después de meditarlo detenidamente llegó a la sabia conclusión de valorar, en profundidad, estos nuevos retos diciéndose: «Cuánto más dificultosa es la tarea, mayor es la satisfacción al verlo realizado» y su labor evangelizadora era precisamente eso: un enorme desafío a la incomprensión.

Pero para llevar adelante esta noble tarea necesitaba un complemento, alguien con carisma capaz de romper la frialdad santeña. Entonces, iluminado, se respondió a sí mismo: «Es necesario la presencia de hermanas religiosas». No lo pensó dos veces y se puso en contacto con las hermanas religiosas de la orden de Jesús Buen Pastor de Italia. Es así como las hermanas «Pastorcitas» llegaron a nuestra comunidad para apoyar al padre Sandro en tan difícil tarea, constituyéndose en la piedra angular de su importante misión evangelizadora. Hasta hoy tenemos la suerte de tenerlas con nosotros promoviendo la fe y la cultura en el noble peregrinar por los caminos de la fe.

El padre Sandro tuvo especial interés en un centro de promoción de la mujer. «Promover a la mujer como persona, madre, amiga y esposa. La promoción es fundamental si nos fijamos en el machismo que ahoga los valores de la mujer y hace de ella una esclava, por el dominio del aporte económico”, decía en una de sus cartas.

Tuvo especial predilección por los niños, los ancianos, los pobres y las mujeres en estado de abandono; sea por viudez, por separación, o cualquier otro motivo. Siempre estaba listo a brindar ayuda al necesitado.
También desarrolló una constante labor con los jóvenes, en los que despertó un claro compromiso por la comunidad e incluso algunas vocaciones de la vida sacerdotal y religiosa han fructificado.

Todas las obras las realizó con mucha modestia y humildad, en silencio y con dedicación. Era un hombre de Dios, sacerdote austero, sencillo, reservado, amante del silencio, le gustaba pasar desapercibido. Tenía voluntad y carácter fuerte como sus hermosas montañas alpinas, que dejó por venir para estar entre nosotros.

Su amor a nuestro pueblo, que hizo suyo hasta las últimas consecuencias, permanece siempre vivo entre nosotros y en las nuevas generaciones de santeños y chimbotanos.
Él fue permanente ejemplo de vida misionera y testimonial de la nueva evangelización. Nunca fue ajeno al dolor del prójimo, supo llevar aliento y consuelo. A pesar del aparente asistencialismo, él, con frecuencia, solía decir «No es suficiente dar el pescado, hay que enseñarle a pescar. Así como la naturaleza provee a los más frágiles lo suficiente para su existencia, el amor de Dios es infinito; nunca falla ni abandona, hay que confiar en él. El proveerá todo”.
Era sencillo, amable y llano. Vestía con humildad: camisa y pantalón ordinario, calzado de llanque, sombrero de junco, típico de la gente de campo; así se identificó con ellos. Era servicial y generoso con los necesitados, aunque austero consigo mismo. En los últimos años se le veía cansado y preocupado. Su salud se deterioraba, empeoraba, sus pulmones se habían fragilizado y sin embargo, se negaba a tomar vacaciones, no quería dejar su amada parroquia abandonada.

LAS AMENAZAS
Supo interpretar el mensaje de muerte, la amenaza que había aparecido en un muro una semana antes de su martirio, («Yankees, el Perú será su tumba»), perturbó la poca tranquilidad que aún tenía. Pero no quiso, por eso, abandonar a su grey. Seguía con su misión rural planificada para el mes de agosto, saliendo a los caseríos y centros poblados a celebrar la sagrada eucaristía mensual de estos centros poblados

Fue justo después de celebrar una de estas misas en el campo (Vinzos) que lo interceptaron en una cerrada curva del camino y lo asesinaron a sangre fría de tres balazos las sanguinarias y desquiciadas huestes de sendero luminoso. Su martirio, como el de los primeros cristianos, es semilla de una nueva vida más comprometida en el amor a su pueblo y a Dios porque «No hay amor más grande que este: dar la vida por sus amigos» (Jn.15,13). Un misionero que muere mártir es el mejor testimonio de estas palabras de Jesús. Su sangre derramada ha fertilizado nuestras tierras.

La comunidad santeña tiene una deuda impagable con el padre Sandro. Las nobles enseñanzas que nos dejara, adquieren dimensiones inconmensurables del tiempo que compromete nuestro más profundo reconocimiento de laicos y profanos.

Con este triste episodio hemos comprendido cuán ruin puede ser el hombre en sus debilidades malsanas y se comprende la grandeza de espíritu del que da la vida por los demás, del buen pastor que da la vida por sus ovejas.

PRINCIPALES OBRAS
Construcción de 13 capillas. Construcción del centro juvenil (hoy Colegio Sandro Dordi) Implementación en los ambientes de los grupos parroquiales. Construcción de ambientes para los Talleres. Implementación de los talleres (tejido, costura, repostería carpintería, secretariado, etc) Creación del CEO (Cómputo, Corte y Confección, Enfermería, Cosmetología). Construcción del comedor parroquial en Javier Heraud. Colaboración en la hidroeléctrica de Cascajal. Ayuda a los campesinos del valle en la rehabilitación de canales de regadío malogrados por la Corriente del Niño en 1983. Colaboración en la rehabilitación de los caminos del valle malogrados por la Corriente del Niño en 1983. Ayuda a los campesinos en época de escasez de fertilizantes. Arreglos en el templo y la casa parroquial. Promovió las vocaciones sacerdotal y religiosa. Aportes económicos al Seminario de Trujillo. Premió a los mejores grupos de jóvenes con paseos fuera de la localidad.


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