El testimonio de un joven (años noventa) que participaba en la pastoral de la parroquia en Pariacoto desde su quince años. Lo presenta según «un antes» y «un después» de la llegada de los misioneros polacos.
UN ANTES:
Antes de la llegada de los padres franciscanos conventuales a Pariacoto, ya había la presencia de las hermanas esclavas del sagrado corazón de Jesús.
Yo era muy pequeño cuando llegaron las Hnas.; es cuando yo tenía 15 años mas o menos, empecé a participar en diversas actividades, en el coro apoyando en la catequesis con los niños, biblioteca y haciendo diversos trabajos de manualidades.
Existían muchos grupos como: el coro, catequesis familiar, club de madres y grupos que realizaban trabajos pastorales, visitaban a los enfermos y salían a las comunidades a realizar la liturgia.
Se tenía también sacerdotes eventuales y algunos de ellos se quedaron por varios años.
UN DESPUÉS:
La llegada de los padres franciscanos conventuales a Pariacoto. La presencia de los padres fue un apoyo de fortalecimiento espiritual y material de los diversos grupos de la parroquia.
Fueron creando mas grupos en la parroquia de los que ya existían como: la formación de catequesis de todas las zonas rurales realizando cursos de formación en nuestra parroquia, también un grupo de jóvenes llamados misioneros, consistían en apoyar a los padres en su tarea evangelizadora de acompañar a todas las comunidades que salieran a realizar la santa misa.
A experiencia personal participaba en el coro y en el grupo de misioneros, fue donde fui entendiendo mi mayor compromiso más serio en cuanto a responsabilidad, madures y fortalecer mi fe como cristiano y experimentar el trabajo pastoral que realizaban los misioneros.
La presencia de los padres franciscanos en Pariacoto es esencial, significa mucho en cuanto a su labor evangelizadora de llevar la palabra de Dios a los hermanos, a los poblados más a alejados casi olvidados de hacerles llegar la presencia de Jesús a través de la santa comunión.
Digno