Padre Zbigniew, no podía pasar indiferente junto a otra persona, siempre acudía en su ayuda tanto en lo pequeño como en lo grande. Se preocupaba principalmente por los débiles y los enfermos que muchas veces no sabían cómo arreglárselas en la vida.
También ofrecía su tiempo a la gente más bien distante con respecto a la Iglesia y a los sacerdotes. Gracias a su carácter fuerte y a su decisión, conseguía romper las barreras, siendo, al mismo tiempo, un soñador como Francisco. Soñaba con una caridad perfecta entre los hombres. Veía la hermosura de la naturaleza, la armonía del universo, se admiraba del trabajo humano. (Testimonio de Dorotea Wieczorek, de Legnica).
En mi memoria, Fr. Zbigniew permanece como una persona concisa, sincera, con sentido de humor y con una gran bondad de padre. No dejaba sin terminar los trabajos iniciados; cuando alguien le pedía un favor, no se lo negaba. Era muy sensible a la verdad, la gente le tenía confianza. Era práctico en sus actividades y siempre sabía encontrar alguna ocupación útil. Impregnado de una santa piedad, enseñaba la doctrina cristiana, siempre de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia. Fue fiel al ideal evangélico; no se asustaba del mal ni del sufrimiento. Era un hombre de pocas palabras, amable, discreto; creaba un clima de confianza y seguridad. Nunca perdió la sencillez de carácter, formado en su hogar, en Zawada.
Fuente: GOGOLA Z. OFM Conv., La vida que nace del martirio. Los misioneros franciscanos conventuales en Perú, Palencia 2005. ( Publicado en Mar Adentro, mayo 2015)